Mi lengua es la espada que e elegido, la palabra es su filo. A menudo esta se blande en vano, en ocasiones, defiende al caído.
Su ardor enciende al reaccionario o espabila al sonámbulo. Y aún con mayor asiduidad se levanta en murmullos incomprendidos que en oídos sordos caen desinhibidos.
Venero mí espada, pues solo ella es el instrumento de mis más sublimes pensamientos, más desconfío de mis manos y mi pasión. Aumento el recelo ante este arrebato que me llevaría sin dudarlo a levantar su filo en vano o aún peor, a iniciar un incendio que traicione a su creador.
Oigo vuestras espadas, proclaman sin escuchar ninguna otra proclama. El murmullo se levanta violento contra si, el incendio de odio y desinformación se acerca a la puerta, y dios, sus ecos resuenan con tanto dolor.
Gerard Cuello
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