lunes, 21 de agosto de 2017

Noche de inspiración

Quería escribir y efectivamente la pc escribía, haciéndose atravez de mis manos con palabras.

Lo que estas decían sinembargo era incoherente y me asusto. Las musas habían vertido en mi boca cantidades industriales de su amor y ahora  yo era el escritor más inspirado en miles de miles de kilómetros.


Golpee entonces la máquina con rabia.

- Por que?!!!

Silencio, silencio, silencio...

- Maldita sea- dije cayendo de rodillas- responde

Nadie, nada decía nada... En un mundo de sonidos y pensamientos donde no hay otra cosa más allá que ellos y la nada, ya sólo queda esto último.

Mire hacia mi alrededor y vi una historia sobre una taza, una taza que hubiera estado llena un día y ahora vacia, a la espera, ya no fuera nada.

Vi una historia de una máquina que absorbiendo la energía de una criatura viva creará una vida más bella, historias que gritaban, explotaban y refulgian.

Vi la historia de un hombre sin dinero que ahora sólo comía comida chatarra mientras intentaba conseguir trabajó con amor en un mundo al que no le importaba.

Una historia de apuntes, de una cuadernola que había sido olvidada tan sólo después de ser terriblemente maltratada.

Me levanté y resignado prepare un café...
De la nada la musa apareció entre sombras y me abrazo por la espalda, besando mi cuello, respirando en mi oído y llenando mi boca y mi mente de sustancia.  Ahora el café era el portal tras el cual salían todos los monstruos, condensado el espacio y el tiempo en una singularidad que traería una bestia primigenia digna de la mente de Lovecraft.

No lo soporte más.

- No!!! - Grite golpeando la taza lejos de  mí, mientras la mujer reía.

Me di vuelta he intente descargar mi furia contra ella pero tropeze y caí pues la chica ya no estaba ahí. Ahora en el pisó veía sus pies y desesperadamente resisti el impulso de besarlos.

Ella lenta, sensualmente, se agachó hasta que se encontró casi a mí nivel.

- Que quieres de mí? - dije sin fuerza.

- qui..erou ti svouz par..a y oiedos, qí iscoches les pisabras die luos Dioses

- Las escucho!!! Las escucho!!!- me largue a llorar - por Dios las escucho...

Me miro sonriente y mí corazón dio un vuelco, me besó y comense a sentir esa sensación desesperada que sólo se siente ante la axficcia o la apnea, como quien se ahoga en sueños.

La miel lleno mi cuerpo y pensé "jamás debí hacer el trato, jamás debí firmar"

Esa noche soñe con imperios caídos, con amores incorrespondidos, hombres enloquecidos de saberes prohibidos y lujurias desbordantes... Hombres como yo, como yo que ahora sabía y fabricaba millares de historias por segundo sin poder centrarme lo suficiente para que mí mano escribiera alguna.

Me sorprendí al día siguiente...
No fue sorpresa la resaca, ni tampoco la ropa interior eyaculada, mucho menos el dolor intenso en cada músculo y fibra de mí composición anatómica, nisiquiera el sabor dulce e insoportable de la miel en mí boca.

No, lo sorprendente fue que no había sido estafado, la habitación se encontraba repleta a más no poder de cuadernos escritos, y la computadora, sorprendentemente funcional, llena de archivos.

Gerard Cuello

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