jueves, 8 de junio de 2017

La petite mort


Siempre creíste saberlo todo o en su defecto te gustaba actuar como si así fuera y reconozco que eso hacia flaquear mi ya de por si inestable seguridad. Me gustabas, me gustabas mucho. Ahora estoy frente a tu cuerpo inerte con el cuchillo en la mano, con esa calma propia del que aun no entiende lo que pasa...

Me dirijo a la mecedora que por alguna razón tienes en tu cuarto, no puedo soltar el cuchillo, me aferro a el con fuerza y recuerdo, repaso lo que paso. Encima tuyo con el cuchillo... En frenesí, una y otra, y otra, y otra... ¡Y OTRA Y OTRA Y OTRA PUÑALADA!.
Me levante de la silla ya volviendo hacia aquel estado de euforia... Me dirigí hacia ti o a lo que quedaba, acaricie tu cabello y me pregunte ¿como había sido capas de matarte?, peor aun, ¿como había podido disfrutarlo tanto?. Era horrible pensar que hubiera arrancado con violencia tu belleza de la faz del planeta, pero pudiera haber sido por esa misma razón que lo hiciera, ¿no? Me refiero a tu belleza, una cualidad etérea y terriblemente lejana que solo podía apreciar a una prudente distancia.

Viendo tus ojos inertes me reí, por alguna razón a mi cabeza llego aquella frase “La petite mort” o lo que es lo mismo “La pequeña muerte”. Claro que de pequeña tu muerte no tenia nada, no era una pequeña muerte, era una muerte... No lo se, “pequeña” me hace pensar en una muerte sin importancia una cosa que se olvida con la primera brisa de un tema mas interesante y yo nunca olvidaría tu muerte. Sin embargo los franceses no hablan de muerte en verdad, hablan de sexo, ellos comparan el orgasmo con la muerte y me pregunte porque razón. Virgen como soy no se me ocurre el motivo de tal comparación. Al menos al pajearme yo no me siento muy muerto... Aunque, si consideraba como la euforia del momento culminaba, terminaba en el orgasmo, tal vez tuviera sentido. La verdad yo tampoco e muerto nunca como para saber, claro que ahora conozco mejor la muerte que la mayoría, ¿verdad?.

El comparar la muerte con el sexo me parece fascinante en este punto y es que encuentro muchas cosas curiosas. Un ejemplo es el acto de haberte matado a puñaladas, como el cuchillo puede ser pensado como un falo que se descarga, clava con éxtasis en tu carne o la manera como me sentí tan tuyo y sobre todo que eras tan mía. Me doy cuenta ahora lo intimo que es el asesinato, intimo como lo es el sexo, incluso mucho mas intimo. La manera como me miraste directamente a los ojos y el pensamiento de que aquello que te quite nunca nadie te lo podrá quitar, aquello que te hice nadie mas lo hará, ese momento solo a alguien le podía pertenecer y ahora me pertenece. Incluso gritaste y por lo que el porno me dice se grita mucho en el sexo, da igual, el sexo no puede sentirse ni la mitad de bien que esto. Toda mi frustración se a esfumado, se a ido junto a ti... aunque pensándolo mejor debió de irse unos momentos después ya que yo seguí clavándote aquel cuchillo unas seis veces mas luego de oír tu ultimo suspiro.

Pienso un segundo en volver a hacer esto, me miro las manos cubiertas de sangre y me acurruco en un rincón del piso. Si hiciera esto mas veces ya no importaría no poder hacérselos a aquellas mujeres, una intimidad mayor me esperaría en el la acción de arrebatarles la vida, pero eso si, ya no serias tu, nunca jamas volverías a ser tu gritando y retorciéndote bajo mi persona. Ninguna mujer seria tan perfecta o tan erótica, ¿verdad? Y en el mejor de los casos pasare el resto de mis días intentando reproducir tu muerte en ellas, algo que se imposible.

En fin... no es que importe. Gritaste muy fuerte y por maravilloso que me resultase ese sonido sera mi desgracia, pues debe ser el motivo de que escuche ahora las sirenas. Malditos sean tus vecinos.

Gerard Cuello

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